jueves, 17 de febrero de 2022

La llama de la eternidad

Nada desaparece del todo

El inmenso cuello del Brontosaurio se elevó hacia el cielo igual que un látigo alzado por un brazo dispuesto a ser descargado sobre la espalda de algún pobre esclavo. Parecía como si el enorme animal quisiera alcanzar las nubes, teñidas de carmín, y arrancar un pedazo de ellas. Pero en realidad, lo que hacía era olfatear el cálido aire preñado de estío. De pronto, este había acariciado las campanas del instinto del dinosaurio. Algo había cambiado: se había vuelto más denso, vibrante…, peligroso.

Sin embargo, en ese preciso instante, otro aroma cruzó el aire como un raudo velociraptor. Una fragancia más primaria, más urgente. Un Brontosaurio hembra se paseó por delante del macho que había percibido ese enrarecimiento en el aire. La cabeza de este se inclinó, curiosa, observando la elegante cadencia de la cola que barría la fresca hierba brillante de rocío al son de una excitante cadera.

El látigo descendió entonces, azotando el viento, detenido de golpe hacía unos minutos, y aún sin hacer acto de presencia.

Algo imperativo, más antiguo que su especie misma, se agitó en el interior del animal, y se traspasó a la parte baja de su abdomen, entre las patas traseras. Aquella inmensidad (no tanto como su cuello) candente empezó a florecer, igual que un árbol a lo largo de los años, solo que esta alcanzó el límite en unos segundos.

Con pesado caminar que hacía temblar el mundo, se fue acercando a la hermosa dinosauria, cuya cola iniciaba un irresistible ascenso, incitándolo a fundirse con ella en la posteridad.

Y mientras el Brontosaurio macho se impulsaba para alzarse sobre las patas traseras, se dejaba caer contra el lomo de su compañera de baile reproductivo y la llama de ambos se unía para convertirse en un único fuego, una enorme estrella fugaz rasgó el cielo, transformando el mundo en una cegadora explosión.


*Este microrrelato fue escrito para la convocatoria de la web Dentro del Monolito en la que se animaba a escribir una historia cuyo tema era el dinoporno (sexo + dinosaurios) con un máximo de 200 palabras.

viernes, 4 de febrero de 2022

La calma

 ¿Quién no la desea?

El silencio era absoluto. Ni siquiera las moscas que disfrutaban del delicioso banquete lo rompían con el monótono zumbido de sus alas: no se despegaban de aquel manjar, no había motivo alguno para hacerlo. Ese ser que como tantos otros lanzaba su extraña pata alargada y las aplastaba no suponía ningún peligro: llevaba horas sin moverse.

La piel pálida estaba impregnada de una sustancia dulce y pegajosa, tan irresistible, tan sabrosa, que les era imposible despegar sus diminutas trompas; solo se permitían dejar de succionar para frotar las patitas delanteras contra sus ojos, igual que haría un gato para limpiarse la cabeza.

Un sol abrasador producía en aquel cuerpo un hedor cada vez más intenso y, por tanto, más atractivo para los insectos. Podían haber permanecido ahí eternamente, en medio del claro de un bosque desprovisto de árboles cercanos que se enfrentaran al astro rey con toda la fuerza de su sombra. Habrían podido convertir a aquel ser ahora inofensivo en un bufé libre el resto de sus breves vidas, compartirlo con las hormigas que se adentraban en los diferentes orificios e incluso con las avispas que arrancaban enormes pedazos de carne.

Pero entonces, al fin, el silencio fue roto. El deslumbrante zapato de un inspector de homicidios irrumpió en el claro con alarmante estruendo y las moscas llenaron el aire de monótonos zumbidos, alzándose como una oscura nube en un día de tormenta.

La imagen del bosque pertenece a @wirestock y fue descargada de la web Freepik.
Podéis acceder al enlace de atribución en el pie de esta página.

*Este microrrelato fue escrito para la convocatoria de la web Dentro del Monolito en la que se animaba a escribir una historia criminal con un máximo de 200 palabras.