¿Quién no la desea?
El silencio era absoluto. Ni siquiera las moscas que disfrutaban del
delicioso banquete lo rompían con el monótono zumbido de sus alas: no se
despegaban de aquel manjar, no había motivo alguno para hacerlo. Ese ser que
como tantos otros lanzaba su extraña pata alargada y las aplastaba no suponía
ningún peligro: llevaba horas sin moverse.
La piel pálida estaba impregnada de una
sustancia dulce y pegajosa, tan irresistible, tan sabrosa, que les era
imposible despegar sus diminutas trompas; solo se permitían dejar de succionar
para frotar las patitas delanteras contra sus ojos, igual que haría un gato
para limpiarse la cabeza.
Un sol abrasador producía en aquel cuerpo un
hedor cada vez más intenso y, por tanto, más atractivo para los insectos.
Podían haber permanecido ahí eternamente, en medio del claro de un bosque
desprovisto de árboles cercanos que se enfrentaran al astro rey con toda la
fuerza de su sombra. Habrían podido convertir a aquel ser ahora inofensivo en
un bufé libre el resto de sus breves vidas, compartirlo con las hormigas que se
adentraban en los diferentes orificios e incluso con las avispas que arrancaban
enormes pedazos de carne.
Pero entonces, al fin, el silencio fue roto. El
deslumbrante zapato de un inspector de homicidios irrumpió en el claro con
alarmante estruendo y las moscas llenaron el aire de monótonos zumbidos,
alzándose como una oscura nube en un día de tormenta.
La imagen del bosque pertenece a @wirestock y fue descargada de la web Freepik. Podéis acceder al enlace de atribución en el pie de esta página. |
Estupendo micro, Ricardo. Logras mostrar con todos los sentidos ese tiempo en el que el cadáver está solo, en silencio, esperando a ser descubierto y contar su historia. Saludos!
ResponderEliminarHola, David. Siempre es un placer ver tu comentario por aquí. Muchas gracias por leerme y me alegro un montón de que te haya gustado.
EliminarUn saludo.
Es muy cautivadora la atmósfera que creas, una narración impecable. Enhorabuena.
ResponderEliminarHola, Nilo.
EliminarMe alegra mucho que te haya gustado esta breve historia y que su atmósfera te haya cautivado. Muchísimas gracias por leerlo y por tomarte la molestia de comentarlo aquí, en el blog.
Un saludo.
Perturbadora
ResponderEliminarHola, Ángel. Muchas gracias por pasarte, leer el micro y comentarlo.
EliminarSaludos.
¡Buen micro! Y pensar que un cadáver pasa por esa fase da grima, pero es así cuando aparece un muerto abandonado a su suerte. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Mamen. Estaba esperando tu comentario. Muchas gracias por leerme siempre. Me alegro de que te haya gustado.
EliminarUn abrazo.