La curiosidad de un niño...
A cada vuelta del tambor de la lavadora, un sonido sordo retumbaba en
el interior.
Había visto muchas veces girar un revoltijo de
ropa empapada. Había permanecido ahí, frente al cristal redondo, contemplando
hipnotizado lo que sucedía en su interior, hasta que el indicador naranja se
encendía y su madre iba a recoger la ropa para tenderla. Pero nunca había visto
eso que observaba con fascinación ahora. ¿Qué sucedería? Se había preguntado.
Tenía una curiosidad insoportable.
Tanto tiempo viendo a su madre poner la
lavadora, había hecho que él aprendiera a hacerlo, así que había llegado el día
de empezar su investigación, y ¡no veas cómo molaba! ¡Era súper divertido! La
sonrisa no había quien se la quitara de los labios; ni siquiera su madre,
cuando se enterara. A sus seis años de edad, Dani pensaba que no había nada
mejor que ver ahí dentro a un…
—¡Daniel, hijo, ¿has visto a Bigotitos?!
Jajajajaja... Daniel el cabroncete, diría yo.
ResponderEliminarSí, más bien, ja, ja, ja. Muchas gracias por pasarte y dejar huella.
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