¿Y tú? ¿Lo soportarías?
—Todo estaba dibujado en la pequeña libreta gris que llevaba en el
bolsillo de su pantalón.
—¿El qué, exactamente?
—El motivo por el que lo hizo.
El joven policía le pasó la libreta al
detective. En ella, había dibujos a lápiz y carboncillo; la agresividad de los
trazos revelaba una mente paranoica y desquiciada.
En todos aparecía un individuo tirándose de los
pelos —un individuo muy parecido al intacto cadáver del suelo, al lado de un
bote de aspirinas—, y a su alrededor, decenas de bocas horrorosas que parecían
gritarle y martirizarle.
El detective miró el desastroso apartamento.
Estaba claro que llevaba mucho tiempo sin salir de casa. Y allí, solo había
vivido ese hombre.
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