Lo más temido
La oscuridad se tragó la luz. El mundo se convirtió en un lugar
negro y frío. El cambio fue tan rápido como un cohete. Aún resonaban las
últimas palabras de consuelo en sus oídos. Unas palabras que le ayudaban a
calmar el creciente temor. ¿Pero durante cuánto tiempo? Con cada minuto que
pasaba, la penumbra se hacía más y más pesada. Parecía caer sobre él como un
cubo lleno de arena. Con cada segundo que transcurría el aire parecía irse más
y más lejos. Y lo peor de todo: los ruidos. Ruidos más nítidos a cada milésima
de segundo. Chasquidos. Fuertes alaridos. Golpes.
Los temblores no tardaron en dominar su cuerpo.
O tal vez habían estado todo el tiempo y hasta ese momento no los había
percibido. Cerró los ojos para dejar de escrutar la impenetrable oscuridad.
Pero no encontró sosiego. Tras los párpados, su mente giraba y giraba. Un torbellino
de horribles imágenes lo atormentaba. Monstruos surgiendo de la nada.
Tentáculos. Manos blancas que trataban de agarrarlo… No podía más. Tenía que
hacer algo… Sintió húmedas las mejillas, pero también las piernas. Tenía que
salir de allí.
Retiró las sábanas y de un saltó bajó de la
cama. Un trueno enmudeció el espantoso sonido del viento. Y un pequeño grito
salió de su garganta. Sin pensar en nada más que en huir, con una extraña orientación,
alcanzó la puerta. Antes siquiera de abrirla, ya gritaba presa del pánico:
¡MAMÁÁÁ!
Mientras leía he imaginado varios de los finales que podrían suceder. Ninguno coincidía con el tuyo. Sorprendente, Ricardo.
ResponderEliminarHola, Yolanda. Me alegra que al final, ninguno de tus finales imaginados coincidiera con el de la historia, porque así recibiste la sorpresa tal y como esperaba. Muchas gracias por leerlo y comentarlo, Compañera. Un saludo.
EliminarUna tormenta de terror que eriza el bello a quien lo lee. Poético e inquietante, explota en una llamada de socorro.
ResponderEliminarEl parón le ha sentado muy bien a tu pluma. Ahora que ya has cogido carrerilla, abrúmanos con tus textos.
Un excelente comentario muy bien escrito... Vaya, comento tu comentario. Vaya lío. Bueno, como siempre, Compañero, muchas gracias por leerme y comentar. No sé si he cogido carrerilla, pero intentaré escribir más.
EliminarUn saludo.
Me ha gustado mucho Ricardo! Jajaja, vas jugando con el lector hasta un final que me parece de lo más tierno y lógico. Todos hemos pasado por esa etapa, o al menos la gran mayoría. Un abrazo y me alegro de tenerte de vuelta! ; )
ResponderEliminar¡Hola, Ramón! Me alegra que te gustara y que te gustara ese final que tan bien describes. Como bien dices, la mayoría o todos hemos pasado por ese miedo a la oscuridad que nos hacía dormir con la luz encendida. Muchas gracias, Compañero.
EliminarHas jugado muy bien con nosotros Ricardo, :)
ResponderEliminarUn final del todo inesperado pero como dice Ramón, totalmente lógico, jeje
Los peores temores son aquellos que nos vuelven irracionales y desembocan en una imaginación casi fantástica.
Muy bueno.
Saludos.
Buenas, Irene. Ha sido un placer jugar con vosotros, esa era mi intención, pero como dice Ramón y tú señalas, no de una forma gratuita, sino con una cierta lógica. De hecho, si se vuelve a leer, se puede llegar a intuir que es un niño debido a los símiles.
EliminarMuchas gracias por leerlo y comentar.
Saludos.
Ricardito me has hecho reventar el cerebro imaginando cada una de tus palabras. La oscuridad impenetrable, los sonidos infinitos que la imaginación infantil desborda y ese último llamado lleno de miedo.
ResponderEliminarGenial mi celdiaco amigo. Besito.
Hola, Mendiel. Si he logrado que tu cerebro reviente, el tuyo nada menos, entonces me puedo dar por satisfecho. Muchas gracias por el comentario, Compañera de celda.
EliminarUn abrazo.
Me has transportado a ese miedo que nos imaginamos que algo en esa oscuridad va a ocurrir. No pensé en un sueño, pensé en algo más terrorífico. Un abrazo
ResponderEliminarHola, María. En realidad el niño siempre está despierto, todo lo que ocurre es real, solo que el miedo le juega una mala pasada, como suele ocurrir. Muchas gracias por leerlo y comentar.
EliminarUn abrazo.
Las pesadillas pueden llegar a parecer tan reales que no hay forma humana de reconocerlas como tales. Solo las caricias y consuelo de una madre son capaces de devolverte a la realidad.
ResponderEliminarUn relato muy angustioso que, afortunadamente, tiene un final feliz. O eso creo, jeje.
Un abrazo.
Para ser exacto, el personaje está despierto todo el tiempo. La oscuridad es lo que le atormenta y le hace imaginar todo tipo de cosas. Aun así, como bien dices, las pesadillas pueden llegar a ser muy reales...
EliminarMuchas gracias por leerlo, JOSEP, y por comentarlo. Me alegra que te gustara.
Un abrazo.
Voy a ser rebuscado, y te diré que no tiene por qué ser un niño jaja, también puede ser una persona que sufra de terrores nocturnos eh, por más que su primer instinto al bajar de la cama fuera pueril :P
ResponderEliminarBueno, para la toma de contacto está bien que escogieras un microrrelato, pero espero que te vayas soltando nuevamente jaja. ¡Un abrazo!
Voy a ser rebuscado yo también, y te diré que un niño también es una ''persona'', jajajaja. En cualquier caso, puede tratarse de un adulto como bien dices, pero intenté dejar dos pistas que lograran identificar al personaje como un niño. En un momento se dice ''El cambio fue tan rápido como un cohete'', y también ''Parecía caer sobre él como un cubo lleno de arena''. Estas dos comparaciones pueden dar a entender, una vez que se lee el final, que efectivamente es un niño, porque de tantos símiles que puede haber elegido, escogí dos relacionados con la infancia, como son los cohetes que tanto fascinan y un cubo de arena.
EliminarComo siempre, José, muchas gracias por tu lectura, y por tu comentario. Yo también espero volver por aquí con más constancia.
Un abrazo, Compañero.
Menuda vuelta. Ya tenía ganas de leerte. Y lo hace asustándonos. Ese miedo tan horroroso a la misma oscuridad que nos hace llamar a nuestra única salvación. Ella siempre nos protege.
ResponderEliminarGenial. Me ha encantado.
Un besillo.
Hola, María. Efectivamente, ella siempre nos protegerá. Me alegra haber vuelto y comprobar que mis seguidores aún me reciben.
EliminarMuchas gracias por el comentario, Compañera.
Un abrazo.
Desde luego el relato transmite angustia desde el principio. Frases cortas, velocidad, premura de tomar una acción ante la inminencia del peligro. Al final nos dejas con la sonrisa en la boca con ese cambio de perspectiva. Me alegra volver a verte por tu blog. Un saludo Ricardo.
ResponderEliminarHola, Jorge. Yo también me alegro, pero de volver a verte por aquí, y además con un comentario que hace un breve análisis del ritmo, muchas gracias por tus palabras, Compañero, como siempre.
EliminarUn saludo.
El terror de un infante descrito con suma belleza, no hace de éste un instante hermoso para el protagonista, pero si él de la lectura del mismo. Es gratificante pensar que este niño o niña va a ser abrazado y calmado pronto por su madre, pero.. ¿y si ella no estuviera allí para hacerlo?
ResponderEliminarUn micro de una terrorífica atmósfera, y de una poética preciosa, Ricardo.
¡Abrazo, Compañero de Palabras!
Como siempre, es un placer leer tus comentarios que mediante una estructura de frases bien compuestas, como si de un micro se tratara. Muchas gracias por leerlo y tomarte el tiempo para comentarlo de la forma que lo haces. Me alegra que te gustara, Compañero de Palabras.
EliminarUn abrazo.
Suerte que la oscuridad no había venido para quedarse y que tras una palabra, la más poderosa a la hora de consolar, quedaría aniquilada...
ResponderEliminarUn placer leerte de nuevo, Ricardo. ¡Hacía mucho tiempo!
Un abrazo.
Como le digo a Edgar, es un placer leer tu comentario, y ver que te ha gustado la historia.
EliminarMuchas gracias, Julia. Sí, hacía mucho. A ver si retomo el ritmo habitual.
Un abrazo.
Sin duda el miedo es algo subjetivo, como demuestras con este estupendo micro con sorpresa final. Sorpresa para un adulto, porque como así lo reflejas, para un niño, estar despierto, a oscuras, en silencio, aunque sea en su cama puede resultar algo terrorífico. Yo estuve hasta los doce años durmiendo con la cabeza tapada cual avestruz. Saludos!
ResponderEliminarHola, David. Yo no me tapaba la cabeza, pero sí que estuve un tiempo en el que no podía dormir si la luz no se dejaba encendida.
EliminarMuchas gracias por pasarte por el blog, leer la historia, y comentarla.
Un saludo, Compañero.
Qué miedo daba la oscuridad! Me acuerdo una vez en casa de mi abuela, donde se dormía con las persianas cerradas, que desvelé de madrugada. No se veía absolutamente nada. Me desorienté y pasé un miedo terrible. Palpaba a mi alrededor y siempre era pared, no encontraba ni la ventana ni la puerta. Del terror no podía gritar. Algo oiría mi abuela que vino en mi ayuda, jaja. Nunca volví a dormir en oscuridad total. Muy bueno :) Un abrazo Ricardo
ResponderEliminarHola, Ana. ¡Cuánto tiempo! Qué buena historia de terror me cuentas en el comentario, y lo mejor de todo es que es real. El sexto sentido de la abuela escuchó tu grito silencioso, seguro.
EliminarMuchas gracias por pasarte, leer y comentar. Me alegra que te gustara.
Un abrazo.
Solo decirte que, aunque con mucho retraso (las lecturas se me acumulan) he leído tus dos libros y me lo he pasado en grande. Ambos son muy buenos, pero el efecto placebo me ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias por la lectura, Compañero. Me alegra que te haya gustado, y sobre todo, que me hayas hecho saber que los has leído.
EliminarUn abrazo.
Hola, Julio. Totalmente cierto. Siempre se puede contar con ellas. Muchas gracias por leerlo y comentar.
ResponderEliminarUn saludo.
¡¡WoooW!! ¡¡Cuquismo Tétrico!!
ResponderEliminarHe visto al Niño sumergido en un Mundo de Tinieblas bajo las sábanas, abrazado a un Calamar de Peluche... Yo creo que un Pequeño Kraken andaba de visita por los Sueños del Muchacho...
¡¡Un placer volver a leerte!!
¡¡Besitines!! ;))
PD: Lo de cuquismo va por lo de "MAMÁ"... Que son unas Heroínas y nos salvan de los Monstruos ^^
¡Hola, Campanilla! Bienvenida de nuevo, es un placer volver a verte por aquí, y con un comentario tan tuyo. Me alegra haber logrado esas imágenes en tu mente. Muchas gracias por leer esta historia tan ''tétricamente cucqui''.
EliminarUn abrazo.